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La Memoria histórica de la provincia de Jaén.



Francisco Pacheco: Guerrillero de Sierra Morena

Pablo Utrera



1- Exhumación de los restos del guerrillero Francisco Pacheco en la fosa del Tamaral (Ciudad Real)

El pasado 11 de diciembre, por primera vez los restos de un jiennense, Francisco Pacheco, miembro de la guerrilla antifranquista y asesinado tras la guerra civil por sus propios compañeros, fueron exhumados en Solanilla del Tamaral (Mestanza –Ciudad Real), de una fosa común sin identificar y conducidos a Andújar . Desde 1945, durante 58 años, sus hijas María, Dolores y Francisca nada sabían de su padre. Durante estos años, Francisco Pacheco yacía en igual condiciones de olvido junto al manchego Doroteo Cerro Moreno , miembro de la 2ª Agrupación Centro de Guerrilleros y asesinado por la Guardia Civil el 20 de julio de 1948. Los restos de Doroteo Cerro esperarán aún ser exhumados por la familia y conducidos al cementerio de Argamasilla de Calatrava.

Santiago Poyatos señalando el lugar de enterramiento Fase de la excavación. Santiago Poyatos no se


de Francisco Pacheco y Doroteo Cerro había equivocado después de 58 años

Dos albañiles inician la excavación. Observando Santiago Poyatos ( hacía 58 años que enterró a Francisco Pacheco); a su lado, Santiago de Córdoba y varios vecinos del Tamaral

El hallazgo de la fosa común y las exhumaciones se deben al trabajo del investigador jiennense Luis Miguel Sánchez Tostado y a las gestiones llevadas a cabo por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Jaén. Esta asociación se puso en contacto con las tres hijas de Francisco Pacheco, realizando los trámites necesarios ante la Junta de Andalucía y la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha para la exhumación y ayudas al sepelio.

Expectación: Francisca y Loli, hijas de Pacheco junto al Investigador Luis Miguel Sánchez Tostado pendientes de la excavación .

En la exhumación de Francisco Pacheco estuvieron presentes sus hijas María, Dolores y Francisca Pacheco Capilla , el investigador Luis Miguel Sánchez Tostado , tres miembros de la Directiva de la Asociación Provincial para la Recuperación de la Memoria Histórica de Jaén ( Juan Armenteros –Presidente-, Francisco Navea –Secretario- y Santiago de Córdoba –Tesorero-), un Delegado del Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha y el alcalde del Ayuntamiento de Mestanza al que pertenece la pedanía del Tamaral. Desde la once de la mañana (que comenzó la exhumación) hasta las seis de la tarde (que los restos mortales de Francisco Pacheco fueron introducidos en una urna mortuoria cubierta por la bandera de la II República Española), estuvo el ex-sepulturero del Tamaral: Santiago Poyatos , de 75 años, quien hizo gala de una memoria prodigiosa.

Los restos de Pacheco bajo más de metro y medio

De profundidad, en el mismo cauce de un venero.

El verano de 1945, cuando Santiago Poyatos tenía 17 años fue obligado a trasladar el castigado cadáver de Francisco Pacheco desde la “Torrecilla” ( un latifundio propiedad del Conde de Romanones que abarca varios términos municipales del Valle del Alcudia -Ciudad Real-) a una fosa sin identificar al lado de un chaparro; el mismo cometido haría el 20 de julio de 1948 con el cadáver del guerrillero Doroteo Cerro Moreno.

De noche, a las 21 horas del 11 de diciembre, después de un largo viaje a través de las dos vertientes de Sierra Morena entre Ciudad Real y el término municipal de Andújar, llegaron los restos mortales de Francisco Pacheco al Cementerio de Andújar , quedando en el Depósito Judicial hasta el día siguiente.

"El pasado siempre está presente”

El 12 de diciembre, a las 16,30 horas y después de 58 años de separación forzosa, los restos mortales de Francisco Pacheco Moreno y Dolores Capilla Moreno volvieron a encontrarse en una pequeña urna mortuoria en la sala del Depósito Judicial del Cementerio de Andújar

Dolores Capilla tuvo la última noticia de Francisco Pacheco, su esposo, a primeros de agosto de 1945. Se encontraba huido de Andújar, perseguido a muerte por la Guardia civil. Desde entonces, su esposa, sin noticias ciertas y sufriendo no sólo una desesperante ambigüedad sobre su paradero, sino también la marginación política, social y económica con tres hijas pequeñas a su cargo, terminaron minando su vida el 16 de abril de 1981. Fue una espera inútil de 36 años, los mismos que hacían que Francisco Pacheco había sido muerto por sus propios compañeros de guerrilla.

 

Urna con los restos mortales de Francisco Pacheco Moreno

Para mí, maestro de escuela jubilado y desde hace más de una década observador / redactor de cuanto sucede en Andújar, el pasado 12 de diciembre fui testigo de un acto

grande por lo sencillo, y de reparación histórica (aunque insuficiente) causada por la cruel posguerra española. Cuando presenciaba aquella unión de los restos mortales de Francisco Pacheco y Dolores Capilla en la fría sala del Depósito Judicial, me acordé de lo que escribió Maurice Maeterlinck " El pasado siempre está presente ", y en aquel momento más.

 

Depósito Judicial del Cementerio de Andújar. Las hijas de F. Pacheco (María, Dolores y Francisca) y amigos.

Sin arrogarme ningún conocimiento sobre el pasado histórico de Andújar, incluso de su presente, escribiré esta crónica redactando lo que vi y, cuando me refiera al pasado,

haciendo trascripción literal de trabajos publicados por Santiago de Córdoba (“ Andújar, 1900-1950 ” y “ La Paz de Talión: 1939-1950 ”) y de Luis Miguel Sánchez Tostado (“La Guerra no acabó en el 39: Lucha guerrillera y resistencia republicana en la provincia de Jaén, 1939-1952) ” y “ Los maquis en Sierra Mágina. Una aproximación criminológica a los hombres de la sierra ”; además, cuento con una nota que resumen la investigación aún abierta de Sánchez Tostado sobre el final y hallazgo de los restos mortales de Francisco Pacheco en una tumba sin nombre, al pie de una encina, del cementerio de Solanilla del Tamaral (Mestanza -Ciudad Real-).

Para conocer el auténtico alcance de la exhumación de los restos de Francisco Pacheco en Solanilla del Tamaral, pedanía de Mestanza (Ciudad Real) que forma unidad geográfica montañosa de Sierra Morena con la sierra de Andújar, y su entierro en el Cementerio de nuestra Ciudad, hay que relatar el pasado doloroso de la posguerra del que fue víctima Francisco Pacheco , además de un valeroso protagonista anónimo durante cuarenta y cinco largos años. En 1989 Santiago de Córdoba lo sacó a la luz brevemente (“:...e n la Sierra, cerca de su medio natural, al amparo del arbusto y quebradizo suelo, muchos guerrilleros no aceptaron la derrota: Pacheco, Benito Gómez Díaz, Francisco Torrente, Miguel Padilla Camello ..”) y en 2001 Luis Miguel Sánchez Tostado nos descubriría la verdad oculta por el franquismo de que “ La Guerra no acabó en el 39 ”, como Franco firmaría el 1 de abril de 1939 en el último parte oficial de la guerra: “ En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado ”.

Último parte de guerra manuscrito por Franco, 1 abril 1939

Sólo una advertencia al lector que desee conocer más sobre las publicaciones de Santiago de Córdoba y Luis Miguel Sánchez Tostado , que aquí se citan: de las mismas sólo he resumido el vacío histórico importante que tenemos de Andújar, años 1939-1950, copiando textualmente aquellos párrafos que dan a conocer por qué Francisco Pacheco , como miles y miles de españoles, sufrió “la guerra de la paz” o, como Santiago de Córdoba titula: “ La Paz de Talión ”.

Finalmente, anotar que el entierro de Francisco Pacheco fue breve, reflejándose en los rostros de los asistentes la emoción y dignidad que durante 58 años se les había negado a Francisco Pacheco y Dolores Capilla , unidos para siempre en una urna cubierta por la bandera tricolor. Las siguientes imágenes dan fe de ello, como también de la ausencia sonora de responsables políticos no sólo los de la derecha, sino también de la izquierda, aunque esta tuviera representada por Vicente Laguna Camacho, Juan Antonio Sáez Mata y Santiago de Córdoba .

Las tres hijas de Pacheco y Capilla llevan

a sus padres a la definitiva morada.

   


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